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No hubo los discursos habituales que suelen pronunciar aun cuando la sesión del Senado se suspende por falta de quorum, ni las tradicionales ruedas de prensa, ni declaraciones rimbombantes. Esta vez optaron por cerrar la boca, desde la mediática Desirée Masi y los senadores liberales adscriptos al efrainismo, como Luis Alberto Wagner, hasta todos y cada uno de los “Añetete”, quienes jamás dejan pasar la oportunidad de armarescándalos cuando algún policía “de Cartes” comete un acto ilícito, por más que el mismo sea irrelevante en el cuadro de suboficiales y el “botín” esté compuesto de… chorizos.
Tampoco se escandalizaron ante el hecholos medios de prensa hostiles al gobierno. Oscar no se cortó las venas, ni Menchi dejó entrever algunas lágrimas por la violencia que sufrió una congénere del Ministerio Público. “Santula” no trató la cuestión en sus habituales parodias durante el noticiero y Enrique Vargas no “editorializó” el tema. El silencio fue absoluto, digno de los mejores cómplices, para dejar pasar el bestial proceder de un reconocido bandido, que nos hizo revivir las peores épocas de la dictadura de Alfredo Stroessner.
El caso tuvo lugar la noche del pasado miércoles en Pedro Juan Caballero y su principal protagonista fue el senador Robert Acevedo, perteneciente al sector efrainista del radicalismo auténtico, secundado por su hermano José Carlos, intendente de dicha ciudad. Ambos irrumpieron en un depósito de la firma “CD Comercial”, en el cual se estaba llevando a cabo un procedimiento policial-fiscal por un hecho de contrabando, que fue violentamente interrumpido por el legislador y el jefe comunal.
Los videos que se hicieron virales en las redes sociales muestran a un senador completamente descontrolado, a punto de recurrir a la fuerza, muy diferente a aquel de hablar pausado y mirando siempre al techo. Primero él y después su hermano, arremetieron una y otra vez contra la fiscal Sandra Díaz, a la que denigraron sin contemplaciones, así como al jefe de la comitiva policial, al que Robert, siempre a los gritos, le trató de “hijo de puta”.
En su “defensa”, alegó posteriormente que “siempre se meten con los más chicos”, reclamando por qué no lo hacían con los más grandes. O sea, que la mencionada firma “contrabandea” no lo discute, sino el hecho de que hay otros que lo hacen a mayor escala y no son intervenidos. Y puede ser que así sea, pero eso no le exime de responsabilidades a “CD Comercial”, como tampoco le asigna a él, ni a su hermano, ni a nadie el derecho a “patotear” salvajemente como lo hicieron.
No sabemos si lo hicieron por amistad, porque le brindan algún tipo de “protección” política a los dueños de la citada empresa a cambio de “favores” o si son socios comerciales, pero esto, en definitiva, resulta irrelevante. Como antecedente puede citarse que en las elecciones para intendente del 2010, repartieron vales a sus votantes para retirar víveres de la firma, de lo cual se deduce que tan “chica” no debe ser.
Lo que a todos debe importarnos es que este caso, muy grave, no quede en el vulgar “oparei”. En tal sentido, resulta plausible que el Ministerio Público, de oficio, haya abierto una carpeta para investigar los hechos y las responsabilidades penales de los hermanos Acevedo, merecedores de un castigo ejemplar.
Frente a casos como este corresponde que “armemos lío” y exijamos a la Justicia que actúe con celeridad y firmeza, lo que no va a ser nada fácil, teniendo en cuenta que a ellos se los sindica de tener fuertes vínculos con el narcotráfico, la rama más sanguinaria del crimen organizado.
Sujetos de esta calaña no solo representan un obstáculo para el normal desempeño de las instituciones, sino un peligro para la sociedad. Y hablamos de “lío” porque el silencio cómplice y cobarde de sus aliados políticos en el Senado, así como de los “amigos” que tienen en la prensa, van a intentar cubrirlos con un manto de impunidad, por ser “sapos del mismo pozo”.