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¿Un Bolsonaro venezolano?

Posiblemente Maduro ya es historia. Claro que falta todavía la escena final del drama que se está desarrollando en la hermana República de Venezuela. Posiblemente un baño de sangre para que el gorila éste, devenido en jefe de Estado por herencia, termine por entender que fracasó rotundamente y debe irse con los pies para adelante o bien a Rusia o China, los pocos países que siguen dándole oxígeno a su malhadado gobierno.

Se le están cerrando todas las puertas, pero él no lo entiende. Busca atajos, toma medidas desesperadas, no aprendió nada de la historia de otros dictadores como él, que hicieron lo mismo, pero igualmente fueron corridos por el pueblo, harto de sus trapisondas y manejos autoritarios.

Ahora el parlamento de su país, se denomina la Asamblea Popular, le cerró todas las posibilidades de que asuma para un nuevo mandato de gobierno. Le dijeron ¡no!, de todas las formas posibles. Pero entonces este engendro de Hugo Chaves, está buscando jurar ante el Tribunal Supremo, o sea lo que sería la Corte Suprema de Justicia en nuestro país, algo que por supuesto no está contemplado en la Constitución venezolana.

Para colmo de sus males, el denominado “Grupo de Lima”, que reúne a la mayoría de los países de la región, declaró ilegítimo su afán de perpetuarse en el cargo y se apresta a aplicarle la “Carta Democrática” que veda el acceso al poder de estos aprendices de Adolfo Hitler, que están causando ya grandes padecimientos al pueblo de sus respectivos países.

Una pena el retorno de la “Guerra fría”, entre los EE.UU y la resucitada Rusia que hace que si uno de ellos critica a algún régimen, el otro lo apoye inmediatamente. Ejemplos en la historia hay a montones, sobre todo en las décadas del 60 y 70. Ahora Trump quiere empujarlo afuera a Maduro, entonces Putin lo recibe, lo acoge, y le aporta múltiples beneficios.

Por eso y por otros apoyos interesados como China Comunista, sigue pataleando.

Pero se irá. La historia también es maestra en ello. El tema es lo que viene después. Tras un líder carismático que operó una fantástica resurrección de las clases populares en el Brasil, como “Lula” Da Silva, emergió un personaje ultraderechista como Bolsonaro que amenaza con hacer tabla rasa de todo lo que sea derechos humanos y otras conquistas sociales.

El verdadero problema de las dictaduras es ese. Lo que viene después. De nuevo los mesías, de la década del 60-70, ¡los militares!, buenos para los desfiles pero no para gobernar países con pobrezas lacerantes.

La gran pregunta final entonces es: ¿Habrá un Bolsonaro venezolano?  Las grandes mayorías de ese país repetirán  la historia o habrán aprendido la lección y sabrán elegir mejor a sus gobernantes. La verdad que ese gran pueblo, hace tiempo se merece algo mucho mejor.

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