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Un problema no menor

En este tiempo de ajetreo político, donde hay un grupo que trabaja y otro que intenta poner palos a la rueda a como dé lugar, hay un tema no menor que pasa desapercibido, pero que debería ser tomado en serio cuanto antes, porque así como van las cosas, se encamina a convertirse en una suerte de desgracia nacional.

Nos referimos al drama de los motoqueiros, como se habla en la jerga popular. Cada vez más lanzados, mas suicidas, más atrevidos, desafiado a la muerte de una manera bestial, y lo peor de todo, cada vez en mayor número.

Son una suerte de alerta constante para el ciudadano que intenta cumplir con las normas del tránsito en esta ajetreada Asunción, un peligro latente, porque pueden hacer cualquier cosa, desde cruzarse por delante para doblar intempestivamente en una curva, desconociendo totalmente la función  del señalero (ni siquiera saben para que sirven), en zapatillas, sin casco…¡ siempre ¡, sin espejos retrovisores, con biciclos destrozados, sin chapas, sucios, muchas veces bebiendo bebidas alcohólicas, y en todos los casos, acompañados siempre de un “cuate”, van en tándem de maleducados, ignorantes y agresivos, desplazándose por la orilla de la desgracia.

Para visualizar correctamente  la magnitud de este drama nacional,  anotamos datos de hace unos meses del Dr. Aníbal Filártiga, titular del Hospital del Trauma. El médico lo dijo sin pelos en la lengua, pero nadie lo escuchó.

El nosocomio atiende cada semana a 250 personas heridas en accidentes de motocicletas. Al mes son asistidas 1.000 y al año 12.000. Anualmente, tan solo en dicho hospital, se gastan 100 millones de dólares para asistir a los accidentados.

“A pesar de que mejoró un poco su uso, no pasa del 35 % o el 40 % el uso de casco al momento del accidente y eso es fundamental. La cantidad de traumatismos de cráneo que tenemos es impresionante, y los que quedan con secuelas después de esos traumatismos son entre 80 y 100 por año”, dijo.

Sostuvo que los accidentados quedan absolutamente inútiles, porque “deben alimentarse mediante sondas, no entienden las cosas, están paralizados, con la mirada perdida, son personas muertas en vida la mayoría”.

Reiteramos la cifra porque es verdaderamente escalofriante. El Estado gasta 100 millones de dólares para asistir a esta…gente,  en realidad para producir una generación de minusválidos a fuer de lo que expresó el galeno Filártiga.

Las cosas deben cambiar. Hasta aquí se debe llegar. Toda la cadena implicada en el tema de las motos se tiene que involucrar. Desde las ensambladoras, el municipio, las autoridades de Salud, la Policía Nacional y la Patrulla Caminera, todos, para frenar este río de sangre y de recursos que pudieran emplearse en algomás constructivo como escuelas o servicios públicos.

Así como están las cosas, mal en el día, de noche, se ponen peor, y aparecen estos fantasmas escuálidos, que se creen invulnerables dentro de su inconciencia y asumen riesgos que la mayoría de las veces terminan aplastados en el asfalto, para horror de los ciudadanos comunes que transitan por el sitio.

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