Aldo Zuccolillo, dueño de ABC Color y ABC Cardinal. Antonio J. Vierci, propietario de Última Hora, Telefuturo y otros medios.
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Alevosa concertación de medios para imponer voluntad de sus dueños

La imposibilidad de frenar la precandidatura del oficialista Santiago Peña hizo que los poderosos empresarios Aldo Zuccolillo y Antonio J. Vierci decidieran usar todo el poder de sus conglomerados de medios para desacreditar en todo al oficialista, buscando de alguna manera obtener algún rédito que pudiera beneficiar al disidente Mario Abdo Benítez, precandidato de colorado Añetete.

ASUNCIÓN.- No es extraño que en política haya guerra sucia. Es lo que suele ocurrir cuando un sector siente que no puede frenar el triunfo del otro y busca cualquier tipo de artimaña para desacreditarlos a él y su entorno. Esto ha ocurrido desde hace años en nuestro país, prácticamente desde la primera elección de intendente por voto directo en 1991, cuando nadie podía imaginar siquiera que un outsider, Carlos Filizzola, lograra vencer a los candidatos de los 2 únicos partidos que podían tener alguna chance electoral, la ANR y el PLRA.

Desde entonces, en alguna medida, siempre hubo guerra sucia, más aún cuando los medios de comunicación tomaban partido por algún candidato e intentaban desacreditar al otro. Porque de eso se trata la guerra sucia, no consiste en hacer campaña a favor de alguien, sino en contra del otro. La idea es imponer una candidatura mostrando que el de la vereda de enfrente es peor. Algo así como pretender convencer al electorado de elegir al menos peor.

Desde que se inició la carrera por la candidatura presidencial en la ANR, Zuccolillo y Vierci pusieron sus medios, más que al servicio de la disidencia, en contra del oficialismo colorado, porque su guerra personal con el presidente Horacio Cartes lleva años, y han demostrado a las claras que están dispuestos a lo que sea con tan de que el sistema de gobierno iniciado en el 2013 no tuviera continuidad, porque eso implicaría que ellos seguirían con todos sus privilegios cortados.

Como hasta ahora no tuvieron éxito, en este momento el diario ABC y el canal Telefuturo iniciaron la peor guerra sucia que se conoce en la historia del proceso democrático de nuestro país. La agresividad de los últimos días, pretendiendo sin descanso ensuciar al precandidato oficialista hace ver que estos personajes están dispuestos a transar con el mismo diablo con tal de conseguir su objetivo.

No es casualidad que el escándalo de las grabaciones de Óscar González Daher apareciera 4 días antes de las internas, si se tiene en cuenta que el senador está en el tercer puesto en la lista de precandidatos al Senado de Honor Colorado. Tampoco lo es el supuesto negociado hecho desde el Ministerio de Hacienda, cuando Santiago Peña estaba al frente de la cartera. Ni siquiera la homilía del obispo de Caacupé tiene nada que ver con la casualidad. Todo es fruto de una guerra de lo más baja, protagonizada y orquestada por medios de comunicación que presumen de “independientes” y fieles defensores de la verdad.

SUMISOS Y OBEDIENTES

Si Aldo Zuccolillo debió aprender que ya no podía marcar la hoja de ruta del gobierno desde la asunción de Horacio Cartes en el 2013, tiene el consuelo, junto con su “colega” Antonio J. Vierci, de que por lo menos sí impone el libreto a los senadores del “grupete” de disidentes y opositores.

Pocas veces antes se vio una actuación tan servil y vergonzosa de la mayoría circunstancial de una de las cámaras del Legislativo con respecto a las órdenes recibidas por dueños de medios de comunicación, como ahora con el caso de Óscar González Daher, implicado en tráfico de influencias.

Los matutinos publicaron que había que convocar a una sesión extra para echar al oficialista del JEM, y el presidente del Senado, Fernando Lugo, presto y obediente hizo la convocatoria. Como no pudieron echarle porque renunció antes, disidentes y opositores demostraron que podían ser más papistas que el Papa, así que, sin que Zucco y AJ lo hubieran pedido (pero consiguiendo que les aplaudan hasta con los pies) lo suspendieron por 60 días y ahora analizan la posibilidad de darle la patada definitiva y sacarle su banca en el Senado.

Si de sumisos y obedientes con los poderosos empresarios de medios se trata, nadie mejor y más eficiente que los senadores del “grupete”.

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