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Parece difícil de creer pero, al parecer, la campaña proselitista del precandidato del oficialismo, Hugo Velázquez, tiene luz verde para cometer todo tipo de tropelías, incluso aquellas que ponen en riesgo la institucionalidad del país. Esto es tan así que hasta Estados Unidos está preocupado por los excesos que comete el número 2 que aspira ser número 1, que hasta envió a su encargado de negocios, Joe Zalazar, a visitar a Abdo Benítez y no precisamente para felicitarlo.
El mensaje que llevó el diplomático americano al presidente paraguayo es que se estaban atravesando fronteras muy peligrosas, advirtiendo que son muchos los excesos que tienen a Velázquez como protagonista principal. Esta postura de Estados Unidos se une al informe de The Economist, que dice que la democracia paraguaya se desvalorizó, pasando de ser de baja calidad a un régimen híbrido.
La campaña oficialista pone gente, saca gente; incluso mete la mano en el delicadísimo tema económico, como el de las finanzas, como la reunión de alto nivel que realizó Velázquez días atrás con autoridades de entes dedicados al control de las entidades financieras, algo en lo que jamás se metió durante toda su Vicepresidencia. Resulta que ahora, en plena campaña electoral, está queriendo torcer algunos rumbos.
Esto es inadmisible desde todo punto de vista porque constituye un claro y abierto atropello a la institucionalidad. Si Abdo Benítez no le pone un estate quiero a su copiloto, las consecuencias pueden ser gravísimas, y no solo para él y su gobierno, sino para el país, que está bajo la lupa de Gafilat. Sin duda, el oficialismo juega con fuego.