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Escoto… o el fracaso del multilateralismo

Durante décadas nos metieron en la cabeza que solo la globalización haría posible que los países pobres e insignificantes pudieran acceder a los avances y beneficios del Primer Mundo, haciéndonos creer que éste estaría dispuesto a ceder parte de sus privilegios en pos de mejorar a los más chicos.

Con la vacuna contra el Covid-19 y el mecanismo Covax quedó desnuda la falacia de esta teoría, porque más que nunca se evidenció que los países ricos seguirán usando todos sus privilegios para seguir siendo más ricos y poderosos, sin importarles un ápice lo que ocurra con los más pequeños. Luis Roberto Escoto (o “Escroto” como lo llamó el canciller Acevedo), representante de la OMS/OPS en nuestro país, fue el baluarte de la falacia del multilateralismo y se convirtió en el cómplice más ferviente del gobierno ante el fracaso de la campaña de inmunización de los paraguayos.

A este bluf de la globalización se suma con entusiasmo el Mercosur, que acaba nomás de festejar sus 30 años de vigencia sin haber apuntado un solo golpe en favor de Paraguay. Aunque podía recuperar el tiempo perdido en pandemia, lo único que hizo es cruzarse de brazos y observar impávido como los demás miembros del bloque vacunan a su población, mientras Paraguay observa con ansiedad y hambre, víctima de la inoperancia y dejadez de su gobierno.

Claro que no es solo culpa del mundo globalizado que nuestro país figure en el último lugar en el listado de los que han inmunizado a sus habitantes. Pero es como si la desgracia, que lo asola despiadadamente, volviera contagiosa a la inoperancia, por lo que los paraguayos debemos tener que bancarnos que hasta los representantes extranjeros del organismo que está a cargo de la salud mundial actúen “acorde” a la desfachatez e inutilidad del gobierno nacional.

Como siempre ocurre en esta historia nacional de desengaños y frustraciones, los únicos perjudicados somos nosotros, los ciudadanos, que debemos vivir al borde de la cornisa mientras el virus nos azota, hasta conseguir ser inmunizados, mientras desde el gobierno se organizan tours de familiares del presidente a Estados Unidos para el efecto. Si no fueran tan terribles las ganas de llorar, hasta podría darnos risa.

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