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Tentar al diablo

No hay ninguna razón lógica para disponer el regreso a clases presenciales justo 15 días antes de que termine el año escolar. Eso de dar un cierre emocional a chicos que culminan la enseñanza media suena muy romántico, pero ninguno va a morir por no poder abrazar a sus compañeros.

Expertos médicos y docentes de todos los sectores advirtieron que esta era una decisión irracional que podría exponer a los jóvenes, sus familias y maestros a un contagio peligroso del virus que está muy lejos de querer irse del país. Aunque Mazzoleni y su entorno sigan insistiendo con que estamos en una larga meseta, lo cierto es que los números no bajan y la cantidad de contagiados y fallecidos se mantienen en un límite muy riesgoso.

Durante casi 8 meses, las clases fueron exclusivamente virtuales; aunque con muchos cuestionamientos y críticas, la mayoría de los jóvenes del tercer año de la media logró cumplir con el calendario y dar los exámenes. Puede que esta no sea la promoción más preparada, pero la pandemia obligó a todos a replantearnos una serie de cosas, y, sobre todo, a evitar el contacto físico para lograr la supervivencia, sobre todo de las personas adultas y con enfermedades de base, lo que, de seguro, cada uno de estos chicos tiene en su familia.

¿Por qué cambiar el sistema al final del año lectivo y por dos semanas, poniendo en riesgo y tirando por la borda todo lo que se logró hasta ahora? Que tampoco fue tanto, pero seguramente la situación epidemiológica de los paraguayos hubiera sido mucho más catastrófica si las clases presenciales no se hubieran suspendido rápidamente ante los primeros contagios.

Para colmo, los sindicatos de maestros advierten que en la mayoría de los colegios del interior del país no existe ninguna posibilidad de que se respeten las medidas sanitarias; si tienen baños, las instalaciones están destruidas; las canillas no tienen agua; no hay jabón y pensar en alcohol es casi un chiste. Así que los chicos que vayan a clase no podrán lavarse las manos al llegar ni al retirarse, se mezclarán entre ellos, se abrazarán, mientras el Covid-19 hace fiesta al tener tanto territorio fértil para diseminarse.

Nada de esto tuvieron en cuenta Abdo Benítez, Mazzoleni ni quienes manejan la Salud Pública en el país. A Petta ni lo mencionamos porque su postura ha sido irracional desde siempre, así que no sorprende.

Mañana, y por 15 días, jóvenes de la 3ª de la media vuelven al colegio, a tentar al diablo. Lo único que nos queda es cruzar los dedos y esperar que la mayoría de los padres decidan ignorar la sinrazón de las autoridades y pongan de nuevo los límites que podrían frenar este descontrol.

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